lunes, 23 de mayo de 2011

101 KM RONDA.-

“El dolor es pasajero, el orgullo es para siempre”. Quizás, después de mucho pensar como empezar esta crónica, que para mi supone un esfuerzo tremendamente difícil, simplemente por la gran cantidad de vivencias, emociones y sentimientos que quiero y necesito expresar y plasmar en ella, sea esta frase que me inspira y resume cuanto este grupo tan dispar vivió en la serranía de Ronda un fin de semana lluvioso de un mes de Mayo de 2011. Por cierto, por supuesto la frase no es mía.
Son tantas las cosas por contar, las veces que reímos, las veces que callamos, el dolor, la alegría, el sufrimiento, el desánimo, las dudas... que os juro no se como empezar.
La verdad, es que cuando hace unos meses, mi amigo Rodrigo me comento la posibilidad de hacer 101 Km de un tirón en una prueba que organizaba la Legión en Ronda, mi primera reacción fue sonreír, “pero...¿tu sabes a quien se lo estas diciendo?, que yo en una media me muero.... El, siempre tan animoso me decía “que si, que si podemos, que vamos a ir tranquilos...”. Bueno, entre que me dejo llevar y que mi mujer no me dice que no, allá voy yo y cuando me vengo a dar cuenta ya había pagado los 50 euros de la inscripción y tenia reservado el hotel. ¡Toma Ya!. Bueno, seguramente no iremos, pensé yo,; alguien se dará cuenta antes de la locura que se nos plantea y acabaremos recapacitando.
Al final pude comprobar que ninguno de los 8 locos que a las 10 y media de la mañana del viernes nos encontramos en la puerta del cementerio de San Juan, tenia la suficiente mesura, templanza y cordura necesarias para hacernos desistir al menos del intento.
Pues ahí estábamos, algunos viejos conocidos de tantas y tantas carreras, otros nos íbamos presentando animosos y un tanto nerviosos; estaba el incombustible Juanma ( el mas seguro, siempre bromeando, la alegría que nos acompaño en todo el camino), Isidoro (un tío bonachón y afable al que solo por conocerlo mereció la pena la hazaña), Carlos (de los mas curtidos en estas batallas y siempre poniendo una nota de humor en el camino), Alberto (que decir de Alberto, nuestro experto, el que mas nos animaba en los peores momentos y creo que al que más le debemos), Gonzalo ( de los mas preparados, creo que la prueba se le hizo corta), Rodrigo (el que nunca dudó de que lo conseguiríamos), mi mujer Auxi y un servidor (probablemente la persona con mas miedo de los miles de participantes que iniciaron la prueba).
El día antes de la misma, como era preceptivo se dedico a las típicas compras para la familia, la visita turística de Ronda (por cierto un enclave encantador) guiada por nuestro cicerone particular, nuestro compañero Alberto, nativo de esta tierra y buen conocedor de sus lugares y rincones y, ¿por qué no?, para las cervecitas y las tapitas (por cierto, si vais a Ronda, no dejéis de visitar al lechuguita). Se dejaron las mochilas en los camiones de la Legión, una se recogería en Setenil (Km 59) y otra en el cuartel (Km 77); yo dudaba si las habría preparado bien, si se me habría olvidado algo importante, y sobre todo, si seria capaz de llegar hasta esos puntos tan lejanos de la salida. Aquí cada uno aportaba su opinión pero eras tú el que decidía que ibas a necesitar en cada unos de los puestos, para el primero, al que yo pensaba que llegaría ya bien entrando la noche, prepare ropas de abrigo, la luz frontal, un par de zapatos y calcetines (no sabemos como llevaremos los pies), mas vaselina, aután y no recuerdo que cosas mas... Para la segunda tan solo los bastones; dicen que para la cuesta de la ermita los vamos a necesitar, no se... No me veo yo allí...
La mañana amanecio amenazando lluvia. Aunque en la noche anterior habíamos decidido reunirnos sobre las siete y media en el comedor, ya a las 6 de la mañana había luz en todas y cada una de las ventanas de nuestras habitaciones, todas ellas orientadas hacia un patio central desde el que podíamos comprobar que los nervios habían hecho imposible el necesario descanso.
Casi sin darnos cuenta y con las primeras gotas de lluvia resbalando ya por nuestros chubasqueros nos vemos en el estadio; algunas fotos, los vivas reglamentarios de la Legión, más nervios y comienza la aventura. Los primeros Km. discurren tranquilamente por las calles de Ronda, en manada, comenzamos andando, disfrutando del ambiente, de la gente, de sus gritos de ánimo, de sus miradas desconfiadas. Vamos animados, el ambiente es indescriptible, la temperatura ideal. Nos cuesta andar juntos por la gran cantidad de participantes, pero tratamos de reunirnos en cada esquina y cada calle que pisamos.
Habíamos leído los días previos que los primeros 30- 35 Km. Eran los más favorables en lo que al trazado se refiere. Avituallamientos cada 5 Km. Y leves subidas y bajadas. Buena parte de este tramo lo hicimos corriendo, guiados en todo momento por los buenos consejos de nuestro compañero Alberto, que conocía cada metro del recorrido. Llamadas a familiares y amigos (quise compartir estos momentos con el amigo Jose Javier pero, lástima, fue imposible, su teléfono no se hallaba disponible), paradas “ técnicas” regulares, lluvia intermitente y, sobre todo, aun, buen ambiente.
Cuando ya vamos llegando sobre el Km. 35 empiezo a encontrarme mal; uno nunca sabe si las piernas no van porque la mente empieza a jugártela o si el desánimo llega porque físicamente no estás bien. El caso es que sin querer decir ni demostrar nada le voy diciendo a mi mujer: “que no puedo correr mas...”, “que andar, todavía, pero correr me cuesta...”. Ella me dice que le pasa todo lo contrario, que corriendo va más cómoda pero andando le cuesta seguirnos el paso.
Aprovechamos que las primeras ampollas empiezan a avisarnos de su pronta aparición y paramos cinco minutos, comemos algo, nos revisamos y preparamos nuevamente los pies (en los foros que habíamos leído alertaban que eran las ampollas, precisamente, el mayor problema con el que nos habríamos de enfrentar y una de las primeras causas de abandono). Rodrigo nos espera, aprovecha para llamar a casa, y los tres reanudamos nuevamente la marcha.
La llegada a Alcalá del Valle, marcó, al menos para mí, un antes y un después en la carrera. Como quiera que los niveles, tanto de líquidos como de alimentos sólidos, rozaban ya la reserva, pensamos que una jarra de cerveza bien fría en uno de los bares que jalonaban el recorrido por las calles alcalaínas no nos iba a hacer ningún daño. El amigo Isidoro nos comentaba que era la cerveza más rica que había tomado nunca; no andaba falto de razón. No podría yo describiros lo que supone tras 50 Km. de carrera, poder quitarte los zapatos durante 10 minutos y degustar una buena jarra de oro líquido. El placer es verdaderamente indescriptible.
Pues lo dicho, los Km. que nos quedaban para llegar a Setenil pasaron volando. Llegado este momento, no quisiera olvidarme de un personaje realmente entrañable que , a buen seguro, formará ya parte imborrable de nuestros recuerdos cuando rememoremos estos momentos . Mis compañeros sabrán sin género de duda a quien me refiero; Francisco “ el de Cártama”, un abuelo con 70 y muchos años al que habíamos dejado atrás en la cuesta de Arríate y que, con su camisa de franela, sus dos cañas artesanales inconfundibles, su botella de agua atada a la mochila y su gorrita, nos volvía a dar caza. Increíble y envidiable, su fortaleza. Me gustaria saber que tipo de entrenamiento hace este hombre, cuantos días de series, cuantas tiradas largas,.... En fin, un ejemplo de superación para todos (incluso se animó a correr a nuestro lado un tiempo).
En Setenil de las Bodegas, hicimos nuestra primera gran parada, recogíamos nuestra mochila y nos poníamos ropa de abrigo, la noche se antojaba muy fría), las luces frontales con las que combatir la oscuridad, y preparados nuevamente para iniciar la ruta. Habíamos sobrepasado el ecuador, nos encontrábamos física y mentalmente espléndidos (aunque Carlos, que llevaba varias pruebas a sus espaldas, nos insistía en que habíamos corrido mucho). Nuestra próxima meta era el Km 77, el cuartel de la Legión, donde nos esperaba una buena cena caliente y el aliciente de haber recorrido las ¾ partes del recorrido.
El camino hacia el cuartel lo hacemos ya de noche; mirando hacia detrás y hacia delante se hacía espectacular la vista de una serpiente multicolor de luces rojas y blancas que subían y posteriormente bajaban en una pendiente tan pronunciada que se hizo tremendamente incómoda y dolorosa para nuestras ya maltrechas rodillas. Por aquel entonces, nos habíamos quedado algo rezagados Rodrigo, Isidoro, Auxi y yo. Juanma, Carlos, Gonzalo y Alberto habían decidido bajar la cuesta del cuartel trotando. Luego nos encontraríamos ya en el acuartelamiento de la Legión.
Los momentos que vivimos en este punto fueron algo tristes. Durante el tiempo que dedicábamos a proveernos de una más que anhelada cena caliente (compuesta de sopa, arroz, perritos calientes, etc) éramos testigos de una cadena de desfallecimientos que nos hizo, a más de uno, plantearnos en qué tipo de locura nos habíamos enfrascado. Fueron muchos los desvanecimientos repentinos, de compañeros que caían con las bandejas de comida en las manos, otros que se sentaban y ya no encontraban las fuerzas para volverse a levantar, y otros con evidentes signos de hipotermia. En esos momentos creo que fuimos conscientes de que hasta no cubrir los 101 Km. que nos habíamos propuesto no podríamos cantar victoria, que hasta el rabo todo es toro. Aunque ya sólo nos quedaban 24, seguramente serían los más duros.
Ya, a nuestro compañero Rodrigo, en la puerta del cuartel, cuando más arreciaba el frío de la noche y estábamos dispuestos a continuar la marcha, tiritando a pesar de la ropa de abrigo; le comentaban dos legionarios: “tranquilos, que el frío se os quita dentro de poco...”. De cuánta razón iban cargadas aquellas palabras, estábamos a punto de ascender y posteriormente descender, la cuesta de la ermita. Para mí, la más dura, por los 80 Km que ya pesaban en cada uno de los músculos de mi cuerpo, por el terreno en sí, con una pendiente que no era propia ni para las cabras montesas y, por que no, por las ganas de acabar, por el discurrir cada vez más lento de los últimos kilómetros.
Para rematar la faena, cuando habíamos subido y descendido de la ermita y ya en los últimos 6-7 Km., un dolor muy intenso en una de sus rodillas hace que Auxi ya vaya casi arrastrando sus pasos, ya había que acabar como fuera, no podíamos abandonar. Rodrigo tampoco llevaba mejor sus rodillas (como ya una vez en casa se pudo comprobar), pero vamos todos juntos, animándonos, nadie se va, todos esperan, aminoramos el paso, Carlos se quita una de sus rodilleras y doblándolas un poco se les cede a mi mujer. Incluso alguno se atreve a llevarla en brazos ( la ventaja de pesar poquito) pero ella se niega: “que voy bien..., si no fuera por esta puñetera rodilla...acabo como sea...”.
Subimos como podemos, algunos mejor que otros, todo sea dicho, la última cuesta; la que nos va a poner a los pies de Ronda, la mal llamada cuesta del cachondeo (no le veo razón alguna para tal nombre). Entramos en Ronda y, a pesar de nuestros andares cansinos y lastimeros, decidimos cumplir con la tradición y hacemos los últimos metros (desde la plaza de toros) corriendo.
Resultaba impensable suponer que los últimos metros de nuestra carrera iban a ser aplaudidos y vitoreados por decenas de personas (no olviden que eran las 6 de la mañana y que hacía un frío de muerte). No fuimos los primeros, tampoco lo pretendíamos, no seremos comprendidos por casi nadie, pero de una cosa no tenemos duda,y hablo por todos, no cambiaríamos ni un solo momento de los vividos por nada del mundo.
Los linces habían llegado, era temprano y tampoco era propio andar despertando a la gente. Algunos SMS para compartir nuestra alegría y a dar buena cuenta de la comida fin de fiesta que nos habían preparado.
Para terminar, solo una cosa, y no por ello menos importante, agradecer de todo corazón , por su dedicación, por sus ánimos, por la organización y por habernos enamorado a todos a la LEGIÓN. Como dice Juanma, si nos coge algo más jóvenes , nos alistamos.
Otra cosa de la que no cabe duda es que el año que viene vuelvo y esto último espero que no lo lean los familiares que andan algo disgustados ya imaginais por que. Dar también las gracias a todos los que en la pequeña convalecencia de Auxi se han interesado por su estado de salud, ya está lista y ha vuelto a correr, el mundo sigue igual, pero... Ya somos CIENTOUNEROS.


Juan Carlos Piñeros.-Cronista

1 comentario:

  1. Gonzalo Pérez Velo28 de mayo de 2011, 19:21

    Juan CArlos, has hecho una crónica y un resumen de los 101 Km perfecto. Ya estamos pensando en los 101 del año que viene. Animo a todos los que tengan sus dudas sobre la dureza de la prueba a que la hagan; se puede hacer bien antes de 24 horas, nosotros empleamos 19:30 horas, sólo es necesario un poco de preparación, muchas ganas e ir comiendo y bebiendo bastante durante la prueba.
    Gracias, Juan Carlos, un saludo
    Gonzalo Pérez Velo

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